viernes, 16 de mayo de 2008

Cóctel fatal: Jóvenes, alcohol y pastillas


REVISTA "PARA TI"

En los últimos tres meses, el policonsumo de distintos estimulantes mezclados con alcohol se cobró la vida de tres adolescentes. En esta nota, los especialistas ratifican estadísticas alarmantes y dicen que las mezclas más riesgosas son hábitos ya instalados en la cultura teen.

Camila, Mauro, Florencia… En menos de dos meses, tres nombres se instalaron en boca de todos. Sin conocerse, están unidos por una coincidencia: los tres murieron intoxicados por mezclar alcohol, bebidas energizantes y pastillas. Estas muertes son, según los especialistas, la punta de un iceberg de una tendencia creciente: la del consumo de cócteles que, en muchos casos, terminan siendo fatales. Según datos de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR), el 40 % de los adolescentes argentinos que concurren a la escuela media tomó alcohol en el último mes y un 7,5 % de los jóvenes de entre 13 y 16 años consumió drogas ilícitas. “A diferencia de una droga determinada, que tiene su lugar de expendio, el cóctel puede ‘armarse’ en diferentes lugares: la discoteca, la casa, el delivery”, afirma Cándido Roldán, pediatra especializado en adolescencia y juventud, director del postgrado en Salud Social y Comunitaria del Instituto Universitario de Ciencias de la Salud que depende de la Universidad Barceló. En el Hospital Fernández, que posee uno de los servicios de toxicología más frecuentados de la Capital Federal, los casos aumentaron un 50 % desde el año pasado. “Las guardias atienden a chicos cada vez más jóvenes y con más problemas”, dice Graciela Ahumada, coordinadora del Observatorio Argentino de Drogas de SEDRONAR. Camila Rodríguez Viau, la última de las víctimas fatales, tenía 16 años y murió en la puerta del Colegio Marianista de Caballito por un paro cardiorrespiratorio tras haber consumido vodka, bebidas energizantes, al menos cuatro pastillas de clonazepam y éxtasis, según revelaron sus amigas. En la madrugada del 9 de septiembre, en el Hospital Fernández, Mauro Andreatini, de 18 años, sufrió tres paros cardíacos y un edema pulmonar: su cuerpo no pudo aguantar la mezcla de éxtasis y alcohol que habría consumido en un festival de música electrónica en Costa Salguero. Florencia (su apellido no trascendió) murió en la madrugada del lunes 15 de octubre luego de un paro cardiorrespiratorio y entrar en coma en el Hospital Santojanni por otra mezcla mortal.

En riesgo


“Las drogas están integradas a la vida cotidiana de los adolescentes. Ellos están ávidos de experiencias y son propensos a caer en algún tipo de adicción, en especial a las sustancias psicoactivas. Estas sustancias permiten la ilusión de poder ser otro”, analiza el psicólogo y especialista en adolescencia Sebastián Vázquez Montoto, presidente de la Asociación Civil Adolescentes por la Vida. “La paradoja es que ellos saben que es grave, pero al mismo tiempo saben lo que hacen. El mejor ejemplo es el sida: ellos nacieron en la era del VIH y, sin embargo, la mayoría no se cuida”. Una encuesta realizada a 1.690 estudiantes secundarios sobre adicciones, efectuada por la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires, reveló que 7 de cada 10 chicos manifestaron tener suficiente información respecto de los riesgos por abuso de alcohol y consumo de tabaco. Para el Observatorio, “el 63,5 % de los estudiantes se considera bien informado sobre las consecuencias del consumo de drogas, porcentaje que llega al 66 en los varones y al 61,4 en las mujeres”. El consumo, aseguran, no está asociado a la desinformación.

Patricia Segovia, de la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires, piensa que los adolescentes tienen el camino hacia las sustancias psicoactivas allanado: “Desde el celular hasta los medicamentos de venta libre, los adolescentes son el objetivo del consumo”. Sin embargo, casi todos coinciden en que los jóvenes son sólo el emergente de un problema mayor. “En el imaginario social, el joven es el problemático, cuando en verdad es un síntoma social. Es hipócrita asombrarse de su consumo abusivo cuando la adicción es una cultura”, opina Vázquez Montoto. “La oferta de drogas y los comportamientos de riesgos seguirán existiendo. Hay muchos sectores que están ausentes y otros que están muy interesados en que la droga siga siendo el gran negocio que es. Por eso los adultos tenemos que crear en la juventud la responsabilidad del cuidado de la salud”, dice Roldán. “Desde hace tiempo que la palabra está devaluada. En vez de ella, hay sustancia tóxica. La contención y la observación amorosa es una de las pocas fórmulas –concluye Vázquez Montoto–. La droga está integrada a la vida de los adolescentes. Es esperable que todos pasen por excesos. Pero no todos quedan ‘pegados’”.



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