DIARIO LA REPÚBLICA (TUCUMÁN) 2004
FOMENTAR UNA ACTITUD CRITICA ANTE LOS MEDIOS
La televisión puede tener influencia tanto negativa como positiva sobre los niños y adolescentes. Esto dependerá del tiempo que se le dedica a los programas elegidos, el lugar y el papel que ocupa en la vida familiar. Recomendaciones a la hora de mirar televisión.
La televisión construye un mundo aparentemente neutro y que supuestamente representa al mundo real. Pero al mezclarse las imágenes del mundo real con imágenes de mundos ficticios —las películas o telenovelas—, se desdibujan las fronteras entre lo real y lo ficticio y todo queda en el imaginario social.
En ediciones anteriores, abordamos el poder de manipulación que ejerce la televisión. Y quizás la influencia negativa que provoca en los niños y adolescentes se deba a que cierta programación en lugar de representar a la juventud, la vulgarizan y simplifican.
Los profesionales consultados sostienen que la televisión hace que la gente se cree falsas necesidades. Postula que la felicidad se consigue con el éxito —es decir bienestar económico y social—, y los mayores deseos de las personas son a cambio de los bienes materiales. Ejerce su poder, sin ir más lejos, a través de las telenovelas, noticieros, dibujos animados y la publicidad.
En virtud de esta situación, que nos alcanza a todos por igual, quienes están más desprotegidos ante sus efectos nocivos, son los niños y adolescentes. Es que ellos transitan una de las etapas más vulnerables en el desarrollo de su propia identidad.
Sin embargo hay que reconocer, que a pesar de todo, en cierto aspecto es educativa. Pero los efectos nocivos de la televisión vienen determinados por el mal uso que hacemos de ella. En este caso lo positivo sería que emplea de forma simultánea diferentes formas de ofrecer información y conocimientos con rapidez. De hecho, existen programas con un alto contenido educativo y útiles como los documentales.
Sebastián Vázquez Montoto es el responsable de una de las páginas web más destacadas a nivel nacional para los adolescentes, cuyo dominio es adolescentesxlavida.com.ar. Es licenciado en Psicología —egresado de la Universidad del Salvador— y miembro de la Sociedad Argentina de Salud Integral del Adolescente.
Sostiene que el niño es un usuario precoz y que ve más horas de televisión conforme aumenta su edad. “El niño usa la televisión según la edad, el sexo y su capacidad intelectual. Encienden el televisor para divertirse y la fantasía les produce placer porque se identifican con los personajes y héroes”.
Si bien la televisión puede servir para el aprendizaje y el desarrollo del niño, indicó que “hay que enseñarles a diferenciar entre realidad y fantasía, porque ellos no lo entienden y piensan que todo es verdad”. Y esta realidad los toca de cerca. “Tienen que aprender a ver la televisión y a descifrar los mensajes con el tiempo y la experiencia, lo que supone un desafío mental”, señaló.
Pero la televisión también tiene efectos nocivos. “Puede provocar una actitud pasiva, pues al ser una actividad meramente receptiva no supone ningún esfuerzo y anula la iniciativa del niño. Presenta además, estereotipos que limitan la percepción de la realidad y restringe los puntos de vista”, explicó el profesional.
No sólo cierta programación puede ser nociva, sino que también hay que explicarles que la publicidad, al manipular imágenes y la forma de presentar los productos, lo que hace es intentar venderles un producto. Basta hacer zapping y observar el tratamiento que se les da a las publicidades de gaseosas, entre otras tantas.
Pero en todo esto, el rol de los padres es fundamental. En muchas ocasiones “los padres usan la televisión como medio para tener a los hijos entretenidos, por lo que ven la tele solos. Esto es perjudicial ya que nadie les restringe la programación. Otro error que cometen es utilizarla como premio cuando el niño obedece y prohibirla en caso contrario”.
A esta altura, está comprobado que “la televisión es una de las causas del fracaso escolar porque en lugar de estudiar, ven la tele”. Y a esto le sumamos que el lenguaje utilizado en los programas infantiles “es pobre y no enriquece el vocabulario del niño lo cual le perjudica porque está en una etapa importante de aprendizaje del lenguaje”. Qué adulto no se sobresaltó ante el abuso de malas palabras, que aumentaron considerablemente en los últimos tiempos.
Por ese motivo “debido a su influencia y a su capacidad para llegar a todos los públicos, es un medio de comunicación cuya manipulación entraña no pocos peligros”, aseguró.
Es que tiene una gran fuerza expresiva, porque se basa en la imagen y esto es muy eficaz “para interiorizar los mensajes ya que se meten directamente en el subconsciente. Son imágenes con color, música y presentan la realidad con movimiento”.
La televisión ocupa un lugar privilegiado en la casa y “supone la abolición de la intimidad. Su presencia en los lugares clave de la vivienda influye en la forma de comunicase entre la familia”.
Vázquez Montoto considera a la televisión como un vehículo de control. “Es el símbolo de la cultura de masas que se convierte en incultura para aumentar su aceptación entre el público, que no tiene otras opciones, se hace dócil, deja de pensar y de reflexionar”.
Sostiene —como innumerables autores que inundaron de bibliografía el mercado—, que “la televisión vacía de ideología. Su público no se caracteriza por una ideología o sistema de creencias, sólo por posición escópica —la televisión es el objeto al que el público atiende—. Tiende a vaciar los sistemas de valores, todo se reduce a espectáculo”. Muchos estarán pensando en la famosa expresión la “espectacularización de la noticia”. Hoy miramos los informativos y solo vemos noticias-espectáculo, en lugar de un análisis sobre el por qué ocurren ciertos hechos, como pueden ser los secuestros.
Fomentar una actitud crítica
Al especialista le preocupa que tanto al niño como al adolescente se lo considere objeto de consumo. “Los adolescentes tienden a repetir conductas o imitar estereotipos impuestos por los medios”, indicó.
“Esta inocencia aparente, esta infantilidad que generan o muestran los medios, también hace que no puedan dejar de ser niños y adolescentes, de mantenerlos como objetos de consumo”, señaló. Es que sostiene que “si justamente al momento de manipularlos, les genera herramientas que les permitan hacer un análisis critico o reflexionar acerca de lo que les esta llegando desde el medio, difícilmente sigan consumiendo algo que entienden no es tal”.
Pero ¿hasta que punto nuestra responsabilidad como adultos, Estado e instituciones, permite que los chicos o adolescentes promuevan una actitud crítica o reflexiva ante los estímulos nocivos que les llegan no solo desde los medios? Vázquez Montoto no hizo esperar su respuesta y fue muy duro. “No se a quien le convendría que estén despiertos o sean críticos”.
Señaló que el sólo hecho de fomentar la cultura del alcohol “esta droga lo que ocasiona en los adolescentes, es reducir su capacidad de respuesta, los deja sin posibilidad de reacción. Por lo tanto, la televisión los deja embobados. No por algo se la conoce como la caja boba y es que no da posibilidad de reacción”, insistió.
Cambio de conductas. Quizás, sostiene Vázques Montoto, la solución no es cambiarles el canal o apagar el televisor. Una buena medida puede ser sentarse con los hijos a ver los programas que eligen y en ese marco, aprovechar la oportunidad para explicarles y sacarles dudas sobre lo que están viendo.
Sentarse con los hijos y tener una postura crítica, con el tiempo, nos permitirá modificar sus actitudes ante lo que están consumiendo por televisión. El especialista asegura que compartir ciertas programaciones con ellos, nos permitirán abordar temáticas como la sexualidad o drogas, que quizás en otro ámbito es más difícil hablarlas.
“La familia en primer lugar, no tiene que censurar ningún tipo de programa y tampoco imponer que se vean programas culturales o educativos, que suelen ser asociados con algo aburrido. Todo lo contrario, si algún adulto está presente compartir con ellos la programación, hablar del tema y en todo caso que ellos decidan si no vale la pena, perder más tiempo viendo algo que entendió, no da para más”. Lo justo sería “darles libertad para ver lo que quieran, pero tratar de estar ahí, cerca y poder dialogar”.
En caso contrario, fomentarles actividades deportivas o de entretenimiento para evitar el uso del televisor. Pero en base a su experiencia con los adolescentes, reconoció que “hay chicos que son críticos de la televisión, la consumen, se divierten, pero no escapan de ese análisis o reflexión de ciertas situaciones. Hay que fomentar el espíritu critico”.
La televisión no puede suplantar a la vida familiar. “No se puede culpar totalmente a los medios de las consecuencias negativas que puedan tener sobre la formación de los más pequeños. Los padres debemos esforzarnos en educar a nuestros hijos en el uso de la televisión, ofreciéndoles alternativas y detectando posibles efectos perjudiciales sobre nuestros hijos”, explicó el psicólogo especialista en adolescencia y familia.
Los padres deben ser un buen modelo para sus hijos. “En la medida en que nos vean leer o escuchar música, tendrán afición a la lectura o a la música. En última instancia, existen muchas opciones para no ver la televisión entre las que siempre destaca el juego. Debemos dedicar un tiempo cada día a jugar con nuestros hijos. A través del juego notarán nuestra cercanía y podremos enseñarles muchas cosas”.
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